lunes, 1 de julio de 2013

España 0 - Brasil 3 (final de la Copa Confederaciones 2013)

ESPAÑA (0): Casillas; Arbeloa (Azpilicueta, m. 46), Piqué, Sergio Ramos, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Iniesta; Pedro, Torres (Villa, m. 59) y Mata (Navas, m. 52).
No utilizados: Valdés, Reina; Albiol, Javi Martínez, Cesc, Soldado, Monreal, Cazorla y Silva.
BRASIL (3): Julio César; Alves, Thiago Silva, David Luiz, Marcelo; Luiz Gustavo, Paulinho (Hernanes, m. 87); Hulk (Jadson, m. 72), Óscar, Neymar; y Fred (Jo, m. 79).
No utilizados: Jefferson, Cavalieri; Dante, Filipe, Jean, Réver, Fernando, Lucas Moura, Luiz Gustavo y Bernard.
Goles:1-0. M. 2. Fred. 2-0. M. 44. Neymar. 3-0. M. 47. Fred.
Árbitro: Bjorn Kuipers (Holanda). Expulsó a Piqué con tarjeta roja directa (m. 68) y amonestó a Arbeloa y Sergio Ramos.
Lleno (unos 75.000 espectadores) en Maracaná, Río de Janeiro.

De la dura derrota de España hoy ante Brasil no deben sacarse conclusiones extremas ni precipitadas. Durante el partido se dieron casi todas las circunstancias que pueden poner un partido cuesta arriba: un rival hipermotivado, un ambiente cargadísimo en contra, un gol tempranero que lo alimenta y alivia los nervios del local, jugadas puntuales resueltas en contra en momentos decisivos –como el penalti fallado y, sobre todo, el balón sacado in extremis a Pedro por David Luiz–, un arbitraje tendencioso y permisivo con el estilo de fútbol del rival, una pequeña desventaja en el estado físico –por dos partidos duros en un clima infernal y un día menos de descanso–, el acierto poco habitual del portero rival y, lo que más nos interesa, algún error de planteamiento del entrenador español. Algunas de estos problemas, como el ambiente y los arbitrajes, se repetirán previsiblemente en el próximo Mundial, pero otros difícilmente conicidirán de nuevo. Por demás, aunque algún jugador como Xavi –incapaz de seguir el ritmo requerido por el partido– muestre síntomas de decadencia, el relevo generacional está asegurado y no se adivina el cambio de ciclo que los agoreros que lo desean desde hace años anuncian hoy: no se puede ganar siempre, y desde la cima sólo cabe mantenerse o bajar, pero no hay argumentos futbolísticos para pensar que esta selección vaya a caer pronto de las alturas donde los títulos se pueden ganar.

Primera parte
Del Bosque repitió el planteamiento de los partidos ante Nigeria e Italia: plantó el esquema y la base de equipo del Barça, el conocido 4-3-3 esta vez con Pedro por la derecha, Mata por la izquierda y Torres arriba; pero de nuevo, tal vez por no fiarse de que el estado físico de su equipo soportara un ritmo intenso, renunció a la presión alta y rápida tras pérdida, fundamento del juego de los catalanes. Como ya se discutió aquí, si se pretendía hacer un juego defensivo convencional y esperar al rival a media cancha tal vez hubiese sido más coherente utilizar a Javi Martínez para el doble pivote, aunque la plantilla de Del Bosque no estuviese diseñada para ello.

España salió pues a enfriar el partido y verlas venir; su rival, sin embargo, salió con las revoluciones a tope, y pasó por encima de los españoles en el primer cuarto de hora, en el que acumuló varias ocasiones claras con un juego basado en una presión fuerte en el centro, faltas frecuentes y cierta violencia consentida por el árbitro y celebrada por la grada, más contragolpes rápidos y balones largos a los extremos antes que riesgo en la elaboración. La primera ocasión acabó muy pronto dentro, tras usar un recurso luego repetido en el partido: los balones largos cruzados de David Luiz a Hulk, para aprovechar su superioridad en el choque ante Alba. Brasil había planteado su habitual 4-2-3-1 con mucho físico por dentro, y España no tuvo ni la firmeza en las áreas ni la suerte que salvaron el tramo inicial ante Italia y la primera parte ante Nigeria.

El natural cansancio progresivo de los brasileños pudo recibir su castigo en el cuarto de hora final de esta mitad, pero entonces dos jugadas decisivas, una en cada área, cayeron del lado local y el partido se puso 2-0.

Segunda parte
Del Bosque corrige a la fuerza su discutible planteamiento inicial: manda la presión arriba y Torres ya sí tiene la compañía de Iniesta o Xavi para apretar en la salida a los centrales brasileños. España es mejor a todo lo largo de la segunda mitad, pero de nuevo Brasil acierta en su primera ocasión y además España falla un penalti que pudo meterla de nuevo en el partido con más de media hora por delante. El técnico español refrescó el equipo con cambios de hombre, no de esquema: Azpilicueta por el tarjeteado Arbeloa, Navas por Mata con cambio de banda de Pedro como ante Italia, y Villa por Torres. Poco después de este cambio el árbitro, poco inteligente, puso en evidencia su desequilibrado arbitraje –un Brasil leñero como nunca se fue sin tarjetas– con una rigurosísima roja directa a Piqué que apenas sirvió para dar coartada arbitral a los hispanos. La superioridad numérica demostró que este Brasil no es valiente ni tiene, ni de lejos, el manejo de balón de sus antecesores: siguió abrigadito atrás y no supo esconder el balón a los españoles, pese a las ganas de baile del público.


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