martes, 9 de septiembre de 2014

España - Macedonia: unas notas

ESPAÑA (5): Casillas; Juanfran, Albiol, Ramos (Bartra, m. 69), Alba; Koke (Munir, m. 79), Busquets, Cesc; Silva, Alcácer (Isco, m. 56), Pedro.
MACEDONIA (1): Pacovski; Ristovski, Mojsov, Sikov, Cuculi, Alioski (Demiri, m. 47); Ibrahimi, Spirovski (Radeski, m. 64), Trajkovski, Abdurahimi (Velkovski, m. 76); Jahovic.
Goles: 1-0. M. 15. Ramos (de penalti). 2-0. M. 16. Alcácer. 2-1. M. 27. Ibraimi (de penalti). 3-1. M. 47. Busquets. 4-1. M. 49. Silva. 5-1. M. 91. Pedro.
Árbitro: A. Sidiropoulos (Grecia). Amonestó a Ristovski, Abdurahimi, Koke y Cesc.
Ciutat de València. 22.000 espectadores

Lejos de la irrelevancia que se supone a un partido de trámite, el encuentro de hoy era muy interesante tácticamente por ser el primero de la selección tras el fracasado Mundial y el consiguiente retiro de varias vacas sagradas de la gloriosa época recién pasada, como Xavi, Xabi Alonso y Villa.

Dos factores importantes marcaron el partido, y de él emergió una conclusión muy importante. Los dos factores fueron la baja ya permanente de Alonso, que obligaba a Del Bosque a elegir sistema de juego (en el sentido tanto de esquema como de método), y la renovada ambición de un equipo que abre una etapa nueva, con jugadores veteranos que se quieren reivindicar, otros que piden nuevo protagonismo y meritorios recién llegados.

La conclusión, confirmada a lo largo del partido pese a momentos de indecisión, es que Del Bosque ha elegido –al menos para partidos ante equipos inferiores, pero es de suponer que como apuesta seria de futuro– abrazar el juego de posición de la escuela del Barcelona de modo, si cabe, aún más claro que en tiempos de Alonso. La baja del vasco implicaba una elección entre el 4-1-2-3 y el 4-2-1-3, esto es, entre jugar con doble pivote o meter un segundo volante por delante de Busquets. La elección de esquema, por una vez, tenía implicaciones profundas en el método de juego: liberado del peaje (pónganse a la palabra todas las comillas que quepan) del tolosarra que obligaba al 2+1 en el centro, el seleccionador podía situar el 1+2 à la Barça y con él apostar por el juego de posición y la presión alta y rápida tras pérdida, o bien recular a un doble pivote estándar. Fue lo primero, y sumado a la necesaria y renovada ambición del equipo los macedonios fueron laminados; su 5-4-1 servía de poco por la pasividad de sus centrales y la energía en la presión de los españoles.

Las dudas llegaron a los veinte minutos: la rutina de juego vertical de Koke y el converso mourinhista Fàbregas, en las posiciones decisivas de interiores, provocó un correcalles que igualó la posesión hasta el descanso.

Ahí llegó la sublime decisión de Del Bosque, enfrentado a un inesperado momento crucial: eligió en el descanso el camino del juego de posesión y posición, y todo volvió a su lugar. El equipo se agrupó en torno al balón; contragolpes inciertos fueron voluntariamente frenados por los españoles a fin de someter al rival. El cambio a cuatro atrás de los visitantes poco alivió sus problemas.

Pero sobre todo Del Bosque pareció haber elegido un camino de futuro: mientras la factoría de La Masia y sus métodos funcionen, la selección se garantiza un estilo perdurable. Desde hoy, el estilo ya no es cosa de una generación.

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